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LA VANGUARDIA

De Nueva York a Sant Martí Vell: el universo íntimo que Elsa Peretti construyó en Catalunya

Transgresora y libre, Elsa Peretti (1940-2021) rompió con la vida conservadora de su familia archimillonaria. El destino clásico de una mujer de su época era casarse, tener hijos, construir una familia. En realidad, una mujer como ella, que venía de una familia pudiente, estaba destinada a no hacer nada durante toda su vida, y menos trabajar. Ella se rebeló. Estudió interiorismo. Fue modelo en el vibrante Nueva York de Studio 54 y de Truman Capote, Vreeland, Andy Warhol y Tennessee Williams. Se convirtió en mítica diseñadora de joyas para la no menos mítica Tiffany. Reconstruyó un pueblo entero y cedió su legado a la filantropía… Una vida fascinante que aún palpita en las paredes de Sant Martí Vell, el pueblo del Gironès que decidió convertir en su hogar favorito.

En 1972, Peretti compró una modesta casa en este rincón del Gironès que le descubrió la fotógrafa Colita. La sofisticada modelo respetó la sencillez rústica del lugar. Con el tiempo, restauró 18 casas, tres masías y la iglesia, que hoy forman parte del patrimonio de la Fundación Nando y Elsa Peretti. Pocas personas fuera de su círculo han tenido la oportunidad de conocer este fascinante lugar.

La italiana había llegado a Barcelona en 1964, pronto entró en el círculo de la gauche divine. Noches locas en Boccacio, días de playa en Pals, sesiones fotográficas en Begur, y las primeras instantáneas de un Sant Martí Vell en ruinas que la hicieron vibrar. Oriol Maspons le abrió las puertas de Port Lligat y el corazón de Salvador Dalí. Él la llamaba “la monja”, porque siempre llevaba vestidos largos. Ella le dedicó un santuario surrealista doméstico. Con el escultor Xavier Corberó aprendió a dominar los metales, y en los talleres de Vicent Abad creó su primer colgante, un minijarrón de flores para un desfile de Giorgo di Sant’Angelo. Luego llegó el cinturón en forma de herradura para el modisto Halston, del que fue modelo y tormentosa amiga.

En 1974, la llegada de Peretti a Tiffany & Co. modernizó el diseño de joyas y revalorizó la nobleza de la plata. Su primera creación para esta firma fue un collar para el que tomó como modelo el esqueleto de una serpiente que observó durante días y días en el Empordà. Le siguieron escorpiones, habas, huesos, corazones, estrellas de mar, una cota de malla fina como un pañuelo de seda… Sabía captar la esencia de su entorno, incluso de lo más insignificante y traducirla en joyas. El Bone Cuff, uno de sus bestsellers, nació de su fascinación por los huesos, que coleccionaba desde que, siendo niña, visitó la cripta de los Capuchinos de Roma con su niñera.

En el 2012, Forbes calculó que las creaciones de Peretti representaban un 10% de las ventas netas de Tiffany entre el 2009 y el 2011. Cincuenta años después de la primera colaboración, la firma joyera reedita en su honor algunos de los iconos más queridos de la diseñadora con piedras preciosas excepcionales y en atrevidas escalas.

Para Peretti la estética no era solo una cuestión de belleza, sino una fuerza vital, una obsesión. “La estética me mata”, afirmaba en un español teñido de múltiples idiomas. Tuvo residencias en Roma, Montecarlo, Nueva York y hasta una torre del siglo XVI en Porto Ercole que apenas visitaba. “Aquí me siento libre”, decía de su refugio catalán, tan “diametralmente opuesto a Nueva York y a mi familia. Nada de sofisticación”.

La restauración fue una labor de amor y respeto por el terruño. Mecenas ecléctica, no solo renovó los edificios, los llenó de vida con obras de Corberó, Robert Llimós, Xavier Medina-Campeny o Dalí. También de Warhol, Nancy Grossman, Saul Steinberg, Chirico o fotografías de su amigo y colaborador Hiro. Arte contemporáneo junto a herramientas agrícolas preservadas en lo que llamó el Alma de la Casa, artesanía indígena y objetos adquiridos en sus viajes: máscaras africanas, muebles y lacas chinos, biombos japoneses… El resultado es una “casa en expansión”, con edificios interconectados por un laberinto de galerías subterráneas, escaleras y pasarelas.

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Begoña Corzo Suárez
September 8, 2024